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La guerra de las ciencias. Holismo semántico versus realismo (página 2)



Partes: 1, 2

En el "conglomerado histórico social" o relativista se
cuentan, entre otros, todo tipo de teóricos de lo que de
una manera muy amplia se ha dado en llamar "pensamiento
postmoderno", tales como "hermeneutas profundos", numerosos
críticos literarios, científicos sociales,
teóricos comunitaristas, multiculturalistas, feministas y,
también, estando lejos de considerarse postmodernos,
conservadores religiosos de toda índole. Por su parte, el
"conglomerado realista racionalista", cuenta especialmente con
muchos representantes de lo que en nuestro medio se ha dado en
llamar "ciencias
duras", en particular físicos y matemáticos; cuenta además con todo
tipo de científicos y filósofos que sostienen un punto de vista
realista, el cual podríamos definir básicamente
como la concepción de que hay una realidad independiente
de las teorías
o representaciones que se tengan sobre ella.

A pesar de la gran diversidad de enfoques, el punto
básico del diferendo es el status de la realidad, su
independencia
o, por el contrario, su dependencia de sus representaciones o las
teorías sobre ella.7 En realidad se trata
de una cuestión filosófica añeja, pero la
historia moderna
de la misma coincide básicamente con el surgimiento del
"pensamiento postmoderno".

Conviene hacer notar que el término "guerra de las
ciencias" no es completamente adecuado, ya que da a entender que
todos los matemáticos y científicos naturales
estarían de un lado mientras que los practicantes de las
"ciencias blandas", en bloque, estarían del otro. Esto
dista mucho de ser así, ya que realistas y relativistas
los hay en ambos campos, si bien es cierto que en los
últimos treinta o treinta y cinco años, bajo la
égida del "postmodernismo", en el campo de las ciencias
histórico sociales y humanas el relativismo pasó a
adquirir un dominio realmente
aplastante, mientras que los científicos naturales y los
matemáticos han mantenido una actitud
dominantemente realista.

DOS PUNTOS DE
CONFRONTACIÓN:
SEMÁNTICA Y
FÍSICA

Ciertamente la discusión tiene muchos aspectos y
ramificaciones, abarcando prácticamente toda la gama de
las actividades intelectuales
académicas, desde la teoría
literaria y la estética, pasando por la sociología y la teoría política, la antropología, la lingüística y la historia, hasta la
filosofía de la ciencia y
la ontología. Sin embargo, es importante el
hecho de que las posiciones relativistas no se encuentren
sólo en el campo "histórico social". Por el
contrario, la semántica filosófica y la
filosofía de la ciencia, esta
última particularmente con base en reflexiones acerca de
la mecánica
cuántica, han dado bríos a las concepciones
relativistas en general. Por ello, en este pequeño
ensayo dejamos
de lado las múltiples dimensiones de la polémica
relativismo versus realismo,
tratando de limitarla a sólo dos aspectos, a saber, la
cuestión del realismo frente al holismo
lingüístico y a la mecánica cuántica.

El holismo lingüístico, es decir, la teoría
que hace depender el significado o la verdad de una
expresión del todo de un "esquema conceptual" o de un
lenguaje, es
la característica principal de múltiples
semánticas filosóficas, presentándose, pues,
en versiones muy variadas, pero la versión dada por
Willard N. Quine lleva a un "relativismo ontológico"
bastante claro. Sin embargo, Quine mismo es un filósofo
analítico con un optimismo científico y un respeto por la
ciencia a toda prueba y, además, con una manifiesta
tendencia al realismo del sentido común, todo lo cual
impide hacerlo sospechoso de cualquier relativismo de cuño
fácil que pudiera provenir de las ciencias
histórico-sociales o (en la terminología francesa)
de las "ciencias humanas". Por otra parte, una interpretación muy extendida de la mecánica cuántica -de hecho la
interpretación proveniente de los mismos Bohr y
Heisenberg-, la presenta como una refutación definitiva
del realismo científico, por lo que la mecánica
cuántica, en esta interpretación -la de Bohr y
Heisenberg, también llamada la de la "escuela de
Copenhangen"-, se ha convertido en algo así como en
niño mimado de teóricos para los cuales la
posición antirrealista o relativista viene a ser su
filosofía de default. Se trata, ni más ni menos,
que de la creencia de que la mecánica cuántica
acaba definitivamente con la "vieja metafísica" (el realismo) de la ciencia
natural precuántica o "clásica", dominante de
Galileo a Einstein.8 Así pues, la idea de
los relativistas es clara: si alguien como Quine y si la física misma -en
particular Bohr y Heisenberg- dan pie al relativismo, es decir, a
la negación de una realidad independiente de toda
teoría, pues entonces el caso antirrealista o relativista
está ya ganado sin siquiera tener que hablar de los temas
de las "ciencias históricas", "humanas" o "blandas" -en
los cuales la realidad ("lo observado") y la teoría ("el
observador") parecen ser más difíciles de separar
que en las ciencias
naturales. Dado este razonamiento, conviene esbozar momentos
de la "guerra de las ciencias" o, más exactamente, de la
discusión actual entre relativistas y realistas, a partir
de estos puestos avanzados del relativismo en contra del
realismo.

HOLISMO
LINGÜÍSTICO Y RELATIVISMO

Para empezar habremos de dejar de lado aquí las
versiones románticas del holismo lingüístico
de Herder y Humboldt a Heidegger y
Gadamer; también dejaremos de lado las versiones
estructuralistas y postestructuralistas de Saussure a Focault,
Derrida y Lyotard, así como las propias del
etnolingüismo provenientes de Sapir y Whorf. Nos
contentaremos con resaltar primero el modelo
básico general del holismo lingüístico en el
caso de las teorías científicas, para
después pasar al modelo quineano.

EL MODELO
GENERAL

Las observaciones de una ciencia tienen que ser formuladas en
enunciados, para lo cual, según el modelo que nos ocupa en
su primer aspecto, se utilizan términos técnicos,
es decir, conceptos específicos propios de todo un esquema
conceptual, con lo que tales enunciados quedan, ya desde el
principio y necesariamente, "cargados de teoría"
(theory-laden), de acuerdo al esquema conceptual o paradigma
teórico determinado del que se toman dichos
términos técnicos, por ejemplo, el término
"materia" en la
física aristotélica o en la newtoniana o en la
einsteiniana. El segundo aspecto del modelo es la llamada
"indeterminación" de las teorías, la cual
consistiría en la idea de que para cualquier experiencia
hay una multitud de teorías "buenas", es decir, de
teorías que son "compatibles" con un conjunto dado de
datos
empíricos, cualesquiera que sean éstos. Dicho de
otra manera, las teorías están "indeterminadas
respecto de los datos", éstos no determinan ninguna
teoría en particular del conjunto -en principio infinito-
de teorías "compatibles" con ellos. El tercer y decisivo
aspecto del modelo se basa en el anterior y consiste en
considerar a diferentes teorías compatibles con un
conjunto de datos como inconmensurables. Si estas teorías
son lo suficientemente diferentes entre sí, entonces
pueden ser consideradas como pertenecientes a diferentes paradigmas
científicos y de ahí resulta la conocida idea de la
"inconmensurabilidad de los paradigmas" (Kuhn). La idea
aquí es que no tiene ningún sentido el comparar
unos paradigmas con otros ya que aun los términos iguales
-como "masa", "materia", etcétera- presentan, de paradigma
a paradigma, una variación de significado. El cuarto
aspecto del modelo es, ni más ni menos, la
conclusión relativista basada en los tres aspectos
anteriores. A saber, dado que no hay observaciones separadas de
la teoría, y dado que para los mismos datos hay
múltiples teorías o paradigmas y, finalmente, que
los paradigmas son inconmensurables, se tiene una multiplicidad
de realidades, cada una relativa a un paradigma. El esquema de
pensamiento es claro. Una realidad nunca está separada de
una teoría o paradigma, y éstos son
múltiples e inconmensurables. Esto último es
precisamente la consecuencia radical o virulenta del modelo: no
sólo el que la realidad sea relativa al paradigma, sino
que hay muchos paradigmas. En otras palabras, el relativismo
pulveriza la realidad en una multiplicidad de realidades, cada
una relativa a un paradigma y al grupo o
"comunidad" que
sustenta el paradigma en cuestión.9

LA DISTINCIÓN
"ANALÍTICO-SINTéTICO"

Con respecto al primer aspecto, el que los términos
descriptivos están ya "cargados de teoría", la idea
básica en juego
aquí proviene del fracaso de la propuesta del empirismo
lógico para poder
establecer una distinción clara entre "esquema" y
"contenido" o entre "teoría" y "observación". En el artículo Two
Dogmas of Empiricism, Quine empieza por rechazar la idea -que
él determina como uno de los "dos dogmas" del "[e]mpirismo
moderno"- de que existe una separación efectiva entre
"verdades analíticas" y "verdades sintéticas" (LV
20).10 Las primeras son proposiciones que son
verdaderas -en la formulación de la analiticidad que da
Quine- meramente en virtud de los "significados" (LV 20) de sus
términos11 -por ejemplo las
tautologías, como "los no casados son no casados"- y, por
tanto, que son verdaderas independientemente de cualquier hecho.
Las segundas son proposiciones cuya verdad se funda en los
hechos, es decir, depende de ellos -como "Juan es soltero".
Después de ingeniosas discusiones para ver si es posible
determinar claramente en qué consiste la analiticidad, de
tal manera que se pueda distinguir sin lugar a dudas qué
proposiciones son analíticas, Quine llega a la siguiente
conclusión:

Es obvio que en general la verdad depende de ambos, del
lenguaje y del hecho extralingüístico. La
proposición "Bruto mató a Cesar" sería falsa
si de algún modo el mundo hubiese sido diferente, pero
también sería falsa si la palabra "mató"
tuviera más bien el significado de "engendró".
Así pues, uno está tentado a suponer en general que
la verdad de una proposición es algo analizable en un
componente lingüístico [el
significado]12 y en un componente fáctico
[el hecho]. Dada esta suposición, lo siguiente es que
parece razonable que en algunas proposiciones el componente
fáctico sea nulo, y [que] éstas sean las
proposiciones analíticas. Pero, por toda su razonabilidad
a priori, simplemente no se ha podido trazar un límite
entre las proposiciones analíticas y las
sintéticas. El que haya que hacer tal distinción es
un dogma no empírico de los empiristas, un artículo
de fe metafísico (LV 36s.).

Pero lo más importante es lo siguiente, a saber: si no
se pueden distinguir las proposiciones cuyo componente
fáctico es nulo, esto implica que de hecho no se puede
distinguir precisamente entre el "componente
lingüístico" (el significado) y el "componente
fáctico" (el hecho) en ninguna proposición.
Nótese que el rechazar la distinción
"analítico-sintético", equivale a rechazar la
distinción "significado-hecho" y, por tanto, la
distinción "esquema-contenido" o
"teoría-observación". El rechazo a la
distinción "analítico-sintético" es, pues,
la versión quineana de que las observaciones siempre
están ya "cargadas de teoría".

HOLISMO E
INDETERMINACIÓN

El segundo aspecto del modelo que nos ocupa, la
"indeterminación de las teorías respecto de los
datos", también se encuentra en el artículo Two
Dogmas of Empiricism, y en ésta su versión quineana
se presenta precisamente como equivalente al holismo
lingüístico. Esto referiría en primer lugar al
"otro dogma" del "empirismo moderno", según Quine, a
saber, el "reduccionismo" (LV 20, c. a.), y de hecho Quine habla
del "reduccionismo radical" (LV 38, c. a.), el cual
consistiría en sostener que "toda proposición con
significado" es "traducible a una proposición (verdadera o
falsa) acerca de la experiencia inmediata" (LV 38). Quine
interpreta esto en el sentido de que las proposiciones "(…)
sean traducibles a un lenguaje de datos sensoriales (…)" (LV
39). La idea sería, pues, "la reducibilidad de la ciencia
a términos de la experiencia inmediata" (LV 39), o bien
"la traducibilidad de las proposiciones acerca del mundo
físico a proposiciones acerca de la experiencia inmediata"
(LV 40). En realidad, no se trata de proposiciones en general,
sino que como se trataría del "mundo físico", es
decir, de hechos, las proposiciones en cuestión
serían, de acuerdo al primer "dogma" empirista visto en el
punto anterior, "sintéticas". Entonces, la idea es, a fin
de cuentas, que
"cada proposición sintética", en caso de ser
verdadera (cfr. 40s.), estaría "asociada a un único
rango de posibles eventos
sensorios" (LV 40). Con vistas al problema del holismo quineano,
el punto importante en el razonamiento anterior es que el
postulado (Quine: "dogma") reduccionista supone la "teoría
verificacionista del significado" (LV 42), la cual puede
formularse diciendo que la verdad de una proposición sobre
el mundo físico la hace corresponder a una experiencia
definida. Quine lo plantea como sigue: "El dogma reduccionista
pervive en la suposición de que cada proposición,
tomada aisladamente de las otras, puede ser, sin más,
confirmada o rechazada" (LV 41).

Ahora bien, Carnap hizo el único verdadero intento
consecuente de llevar a cabo el proyecto
reduccionista (LV 39) mostrando cómo sería posible
la traducción de las proposiciones
sintéticas a un "lenguaje de datos sensoriales", y de la
incompletitud o estancamiento del intento carnapiano, Quine
concluye que no es posible verificar las proposiciones sobre el
"mundo físico" una por una, de manera aislada:

Mi contrapropuesta, partiendo esencialmente de la doctrina de
Carnap sobre el mundo físico (…), es que nuestras
proposiciones sobre el mundo exterior no afrontan el tribunal de
la experiencia sensorial individualmente sino como un cuerpo
integrado (LV 41).

La semántica filosófica de la que proviene
Quine, es decir, la de Frege y Russell, se inauguró con la
idea de que la unidad de significado es apenas la
proposición, ya que sólo de ella y no de sus partes
cabe preguntar por su verdad. Pero en esta última idea
está implícito que la proposición individual
es la unidad básica de significado porque se parte de que
es posible decidir sobre la verdad o falsedad de la
proposición individual sin referirse a ninguna otra
proposición. Desde este punto de vista, en esta
línea teórica lo relevante es, pues, la
condición para decidir sobre la verdad o falsedad de una
proposición. Y si antes la condición era la
proposición misma, ahora, con Quine, la condición
es "un cuerpo integrado" o, como Quine lo expresa más
claramente, "el todo de la ciencia" (física): "La unidad
de relevancia empírica es el todo de la ciencia." (LV 42).
Es decir, es desde el todo de la ciencia que se decide si una
proposición cualquiera es verdadera o falsa. La unidad de
significado es pues no la proposición individual sino "el
todo de la ciencia". La atribución de valores de
verdad a la proposición individual no por sí misma,
sino desde el todo de un cuerpo teórico, es la
versión quineana del holismo lingüístico.

Por otra parte, la negación de que exista una
correspondencia uno a uno entre proposiciones verdaderas y
unidades de la "experiencia inmediata", es decir, el que no haya
para cada proposición verdadera sobre el mundo
físico "un rango único de posibles eventos
sensorios", implica que no hay ningún conjunto de datos
que pueda invalidar una proposición dada. Expresamente,
Quine afirma: "Cualquier proposición puede ser mantenida
como cierta, pase lo que pase, si hacemos ajustes suficientemente
drásticos en otra parte del sistema" (LV 43).
En vista de esta conclusión radical podemos preguntar
cómo, entonces, se valida o invalida una
proposición dada. Quine responde con un criterio
"pragmático" (LV 46). A saber, si aparecen "experiencias
recalcitrantes" (LV 43), es decir, datos que parezcan invalidar
(o bien validar) una proposición hasta el momento aceptada
(o bien negada), y dado que la proposición en
cuestión está necesariamente relacionada con otras
"a causa de sus interconexiones lógicas" (LV 42), a lo que
se tiende (cfr. LV 44), nos dice Quine, es a tomar una
decisión sobre la verdad de la proposición en
cuestión dependiendo de qué tantos y qué tan
importantes sean los cambios que esta decisión implique en
otras partes de la teoría en cuestión. La idea de
Quine es que "los valores de
verdad tendrían que ser redistribuidos" (LV 42) de acuerdo
con una "inclinación vagamente pragmática" (LV 46)
de economía en los cambios de la
teoría. Dicho de manera ligeramente diferente, frente a
una "experiencia recalcitrante" (LV 46), la decisión de
qué proposiciones derivadas de una
teoría dada son verdaderas se tomaría minimizando
el número y la importancia de los cambios en la misma, se
trataría de que los cambios fueran "tan pocos como sea
posible" (LV 44) en el sentido recién indicado.

En el artículo que nos ocupa Quine no da ejemplos, pero
podemos hacernos una idea más concreta del planteamiento
quineano suponiendo el caso de que un cuerpo teórico dado
lleve lógicamente a cierta predicción y que la
misma no se cumpla. En este caso, una proposición que se
esperaba verdadera resulta falsa. Esto tiene implicaciones para
las proposiciones sobre la base de cuya aceptación como
verdaderas se hizo la predicción falsa. Pero si se quiere
que las proposiciones base de la predicción sigan siendo
verdaderas, entonces es posible añadir otras
proposiciones, las cuales, juntamente con las anteriores,
permitan una nueva proposición prediciendo el resultado
encontrado. Por ejemplo, si se predice cierta posición de
un planeta en un momento dado y esto no se cumple, entonces es
posible introducir en el cuerpo teórico proposiciones
referentes a la existencia, en ese momento, de algún
elemento perturbador que explique el resultado observado, aun
cuando el elemento perturbador no sea comprobado. También
se puede afirmar que hubo un fallo en los instrumentos de
observación, e incluso Quine considera la posibilidad de
"alegar una alucinación" (LV 43), caso en el que la
predicción inicial sigue siendo verdadera en virtud del
cambio del
valor de
verdad de proposiciones ya no referentes a los instrumentos de
observación sino al observador. Quine es muy radical y
dice que es posible "alegar alucinación o [también]
enmendar ciertas proposiciones de la clase de las
llamadas leyes del
pensamiento" (LV 43). Acto seguido nos recuerda que "[i]ncluso se
ha propuesto la revisión de la ley lógica
del tercero excluido como un medio para simplificar la
mecánica cuántica (…)" (LV 43).

Nótese que en esta última idea, la teoría
holista del significado viene a mostrarse estrechamente
relacionada con el rechazo de la distinción
"analítico-sintético", ya que ni siquiera de las
leyes lógicas se puede decir que sean analíticas,
es decir proposiciones que están "confirmada[s] sin
importar qué pase" 13 o "(…) pase lo que
pase" (LV 41). Si las leyes lógicas no son
analíticas, esto significa, según vimos, que
también ellas son proposiciones "sobre el mundo
físico", es decir, que tienen un componente
fáctico; eso sí, no como proposiciones aisladas,
sino como partes del todo de una teoría. Su significado,
de acuerdo con la concepción quineana, no está en
ellas mismas aisladamente ya que la posibilidad de atribuirles un
valor de verdad sólo se da en "el todo de la ciencia". Las
leyes lógicas adquieren su categoría propiamente
lingüística únicamente en ese "todo de la
ciencia" como un "todo" lingüístico.

Pero el holismo semántico equivale a la
indeterminación de las teorías, ya que gracias a
las posibilidades de "redistribución de los valores de
verdad" de las proposiciones en un sistema, se llega la
conclusión de que:

[l]a ciencia total, matemática
y natural y humana está (…) extremamente indeterminada
por la experiencia. El borde del sistema [es, decir, la juntura
entre teoría y observación] debe ser mantenido en
concordancia con la experiencia; el resto, con todos sus
elaborados mitos y
ficciones, tiene como objetivo la
simplicidad de las leyes (LV 45).

Quine dice también:

Habiendo reevaluado una proposición tendremos que
reevaluar otras (…). Pero la totalidad del campo está
tan indeterminada por sus condiciones de frontera, [es
decir, por] la experiencia, que existe una gran amplitud de
elección respecto a qué proposiciones tienen que
ser reevaluadas en vista de cualquier experiencia contraria
singular. Ninguna experiencia particular está ligada a
ninguna proposición particular en el interior del campo,
excepto de manera indirecta mediante consideraciones de equilibrio que
afectan al campo como un todo" (LV 42s.).

Tales son las condiciones pragmáticas ya referidas
consistentes en (1) "concordancia con la experiencia" en la
frontera del todo de la teoría (el "campo") y (2)
"simplicidad" de dicho todo.

EL RELATIVISMO
EPISTEMOLÓGICO Y ONTOLÓGICO. SEÑALAMIENTO
CRÍTICO

Según dijimos arriba, de la tesis de que
ya las observaciones están "cargadas de teoría" y
de la tesis de la "indeterminación" (equivalentemente, del
holismo lingüístico), se siguen tanto el relativismo
epistemológico, es decir, del saber, como el relativismo
ontológico, es decir de la realidad misma. Pero
introduzcamos esto mediante un señalamiento crítico
realista.

Dadas las limitaciones de espacio, no podemos entrar a una
discusión detallada de la teoría expuesta, por lo
que basta con señalar aquí que la
indeterminación descrita no implica lo que, por ejemplo,
Larry Laudan llama el "igualitarismo cognitivo" de las
teorías (PR 32). Es decir, el hecho de que en principio
haya infinitas teorías compatibles con un conjunto dado de
datos, no implica que sea racional ponerlas todas ellas al mismo
nivel, o que la diferencia entre unas y otras sea meramente
pragmática, en términos de simplicidad y de
concordancia con la experiencia. De hecho, la teoría
más simple que concuerda con cualquier experiencia es la
de que todo pasa como pasa porque la(s) divinidad(es) así
lo quiere(n). Y no se piense que Quine excluye tal tipo de
"esquemas conceptuales" (LV 46), sino que de hecho nos dice: "Los
objetos físicos son introducidos en la situación en
calidad de
intermediarios convenientes (…) comparables a los dioses
homéricos (…)" (LV 44). Más aún, Quine
afirma que "(…) en cuanto a su base epistemológica [!]
los objetos físicos y los dioses difieren solamente en el
grado y no en su especie. Ambos tipos de entidades intervienen en
nuestra concepción sólo como postulados
culturales." (LV 44). A continuación, Quine se refiere al
"mito de los
objetos físicos" (LV 44) y un párrafo
más adelante añade que "(…) las entidades
abstractas que son las substancia de las matemáticas (…) son otro postulado en el
mismo espíritu. Epistemológicamente son mitos en
pie de igualdad con
los objetos físicos y los dioses, ni mejores ni peores
(…)" (LV 45), frase esta última que Quine matiza
agregando: "(…) excepto por diferencias en el grado en el que
nos permiten tratar con la experiencia sensorial" (LV 45).

ésta es la versión del igualitarismo cognitivo
de las teorías, el cual sólo se disolvería
mediante una desigualdad cuantitativa de conveniencia
pragmática y no de racionalidad intrínseca.
Piénsese simplemente en el caso de la "teoría" o
"esquema conceptual" de acuerdo con el cual las cosas son como
Dios dispone. Esta teoría se aplica a todo, pero ni sirve
para predecir nada ni tampoco explica realmente nada, a pesar de
la "simplicidad" de su única ley y de su "concordancia"
con la evidencia -concordancia en el sentido de que no puede
encontrarse absolutamente ninguna "experiencia recalcitrante" a
ella. Parece pues dudoso que los criterios quineanos de
simplicidad y concordancia para juzgar la bondad de una
teoría sean los que deban determinar la racionalidad de la
misma. Respecto de la expresión quineana de que las
teorías deben ser tales que nos permitan "tratar con la
experiencia", podemos hacer una suposición caritativa y
pensar que tal "trato" implica tanto la explicación como
la predicción. Pero aun así, ambas, la fuerza
predictiva de una teoría y su fuerza explicativa, es
decir, su capacidad de decir qué y cómo son las
cosas, la realidad, quedarían sólo como cuestiones
de grado, cuantitativas y no cualitativas, con lo que la "tesis
del igualitarismo cognitivo" (PR 32) sigue en pie sin
restricción alguna.

Nótese, por otra parte, que los "mitos"
matemáticos, físicos y divinos a los que se refiere
Quine postulan las "entidades", es decir, los "rangos de variables" de
"cuantificación", por lo que de ellos depende la
"ontología implícita" (LV 39, 45), por ejemplo, en
las teorías newtoniana y homérica. Con esto tenemos
la versión abierta del relativismo ya no sólo
epistemológico sino también ontológico. Es
decir, no es que haya una sola realidad que cualitativamente
conocemos igual de bien a través de la mecánica
newtoniana y de las sagas homéricas, sino que cada uno de
estos dos "esquemas conceptuales" nos define una
ontología, una realidad relativa a él.
Nótese además que la bondad epistemológica
"en pie de igualdad" de las teorías -el igualitarismo
epistemológico- es la versión quineana de la
"inconmensurabilidad de los paradigmas" y, como en el esquema
general, visto arriba, de ella se sigue la existencia de
ontologías igualmente válidas, es decir, la
dispersión de la realidad en una multitud de
realidades.

Para finalizar apuntemos aquí simplemente que la
renuncia a cualquier criterio explicativo como índice para
decidir sobre la bondad de las teorías es una renuncia
predeterminada por el rechazo al realismo, es decir, a suponer,
con el sentido común, que las teorías son buenas o
adecuadas no sólo porque no sean contradichas por la
realidad sino, básicamente, porque explican la realidad en
la medida en la que es independiente de las
teorías.14

NOTAS

1. Transgrediendo las fronteras: hacia la
transformación hermenéutica de la gravedad
cuántica.

2. Social Text 46/47, primavera-verano de 1996.

3. La expresión "guerra de las ciencias" se utiliza en
los títulos de cinco artículos en ese número
de Social Text y tres artículos más utilizan varias
metáforas marciales. Por lo demás, el propio
profesor Ross
parece haber sido quien acuñó esta expresión
en su artículo periodístico "Science Backlash on
Technoskeptics", The Nation, 2 de octubre de 1995.

4. La superstición elevada: la izquierda
académica y sus altercados con la ciencia.

5. Sokal, A., "A Physicist Experiment with Cultural Studies",
Lingua Franca, núm. 6, mayo-junio 1996.

6. La publicación en Francia del
libro de Alan
Sokal y Jean Bricmont, Impostures Intellectueles, en el exponen
las razones de la parodia de Sokal y discuten los textos
"postmodernos" (de Lacan, Kristeva, Irigaray, Baudrillard,
etcétera) que Sokal utilizó en ella, fue el
detonante de la discusión en Europa.

7. Véase la cita de la parodia de Sokal en el
epígrafe de este trabajo.

8. Véase nuevamente la cita de la parodia de Sokal
tomada en el epígrafe de este trabajo.

9. Véase la segunda cita en el epígrafe.

10. Para las abreviaciones véase la bibliografía al final de
este trabajo. Las palabras que aparecen en cursivas en una
expresión citada son siempre nuestras. En caso contrario
esto se indicará con la abreviatura c. a., la cual
significa que las cursivas son del autor del texto
citado.

11. Véase además: "Al principio la analiticidad
pareció ser definible de la manera más natural
apelando al dominio de los significados" (LV 32).

12. Las aclaraciones entre corchetes en el interior de una
cita, son nuestras.

13. "Una proposición sintética es el caso
límite [de una proposición] la cual está
confirmada sin importar qué pase" (LV 37).

14. Para una evaluación
crítica
pormenorizada de la tesis de la "indeterminación de las
teorías", remitimos al lector a libro de Laudan PR. Para
el mismo tipo de evaluación del holismo semántico
remitimos al lector a HG.

BIBLIOGRAFÍA Y
ABREVIATURAS

TEXTOS CITADOS:

PR = Laudan, L., Beyond Positivism and Relativism. Theory,
Method, and Evidence, Westwie Press, Boulder, 1999.

LV = Quine, W. v. O., From a Logical Point of View, Harvard
University Press, Cambridge, 1953.

Sokal, A, y Bricmont, J., Fashionable Nonsense. Postmodern
Intellectuals Abuse of Science, Picador, New York, 1999.

Sokal, Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative
Hermeneutics of Quantum Gravity, Social Text, 46/47, Duke
University Press, Durham, Mayo de 1996.

OTROS TEXTOS TANTO DE AUTORES RELATIVISTAS COMO REALISTAS:

Gross, P y Levitt, N., Higher Supertition. The Academic Left
and Its Quarrels with Science, John Hopkins University Press,
Baltimore and London, 1994.

HG = Fodor, J. y Lapore, E., Holism. A Shopper's Guide,
Rockwell, Cambridge, 1992.

Goodman, N., Ways of Worldmaking, Hackett,
Indianápolis, 1978.

Kuhn, Th., The Structure of Scientific Revolutions, The
University of Chicago Press, Chicago and London, 1962.

Norris, Ch., Against Relativism. Philosophie of Science,
Deconstruction and Critical Theory, Blackwell, Malden, 1997.

Quine, W. V., Ontological Relativity and Other Essays,
Columbia University Press, New York, 1969.

Alberto J. L. Carrillo Canán es profesor en la
Maestría en Estética de la Facultad de
Filosofía y Letras de la BUAP.

Publicado en Elementos No. 43, Vol. 8, Septiembre – Noviembre,
2001, Página 11

 

 

Autor:

Alberto J. L. Carrillo
Canán
      

www.carrillocanan.org

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